martes, 7 de junio de 2011

“Estamos hasta la madre” ¿Por qué?. Carta abierta a nadie (en especial a Javier Sicilia).

Con el permiso del autor, me es importante compartirles a todos este par de escritos de los cuales me gustaria dieran su opinion y mas aun, ojala Javier Sicilia pudiera leer, asi que hago uso de la redes sociales para intentar hacerle llegar esto.



“Estamos hasta la madre” ¿Por qué?. Carta abierta a nadie (en especial a Javier Sicilia).

Por Mictlantecutli Arriaga,( http://on.fb.me/kw3NDJ ) el jueves, 26 de mayo de 2011 a las 23:44

Si no se puntualiza se malinterpreta: no pienso otorgar una muestra de respeto de forma individual a ninguna víctima del “crimen organizado” (sea lo que sea eso); tampoco pretendo “honrar” (sea lo que sea) a “cuarenta mil víctimas” porque las hay y más. Lo que si me gustaría es expresar un respeto y admiración por la vida humana en general y un repudio al asesinato en su faceta de poder y superioridad o control y dominio (sea, también, lo que se supone que sea).
Y es que YO ESTOY HASTA LA MADRE. Yo estoy hasta la madre con mayúsculas, que no de falsas intenciones contestatarias o pseudo consciencias civiles y moralismos jodidos de ciudadanos “responsables” –lo entrecomillo porque ese epíteto solo se otorga a la gente comprometida– y de intenciones no personalistas. Porque ninguna intención personal se enarbola de una causa impersonal, porque ninguna intención moralmente responsable obedece únicamente a un suceso individual.
Javier Sicilia (te hablo de tu para hacer personal esta epístola dirigida a nadie, en caso de que no te interese leerla), iniciaste una “marcha por la paz”, como las cientos que hay en el país a lo largo de cada año y en las cuales, al parecer, nunca participaste, y si lo hiciste jamás te comprometías mostrándote, jamás eres responsable con la causa, en pocas palabras: era hipocresía, es hipocresía. Y me disculpo con las personas que creen en ti, porque que bueno, que bueno que hay quien cree que México y tal vez el mundo puede cambiar, es más, yo también lo creo y me cuento entre ellos, soy un idealista, a veces más soez que tú, a veces menos, hoy solo soy impertinente.
Y que me disculpe tu familia y tu hijo, porque yo también creo en el otro mundo, no como tú católico, como el del católico declarado que va cada domingo a misa, como tú, y que dice una sarta de groserías ante la provocación, que no sabe poner la otra mejilla, ¿para qué? Y como le diría Adolfo Pérez Esquivel (Nobel de la paz 1980) en su carta abierta a Barack Obama (Nobel de la paz 2009): “La paz es una dinámica de vida en las relaciones entre las personas y los pueblos; es un desafío a la conciencia de la humanidad; su camino es trabajoso, cotidiano y esperanzador, donde los pueblos son constructores de su propia vida y de su propia historia. La paz no se regala, se construye, y eso es lo que te falta, muchacho: coraje para asumir la responsabilidad histórica con tu pueblo y la humanidad. (…)¿Cómo puedes hablar de la paz si no quieres cumplir con nada, salvo los intereses de tu país (o los tuyos Javier)? (…) El Nobel de la Paz (y cualquier instrumento mediático) es un instrumento al servicio de los pueblos, nunca para la vanidad personal.” . Otra vez no salgamos del cauce. Es que ya me canse de ver que cada día nacen nuevos “héroes” autoproclamados, o nuevos líderes sociales “comprometidos” que surgen ante la afrenta individual, jamás en un contexto nacionalista. Repito: ¿Dónde estuviste, Javier, en los cientos de marchas que ha habido desde que gozaste de una juventud poeta?

“Ya no puedo escribir cosas hermosas…”
Javier Sicilia es un poeta, ensayista, escritor y no sé qué más dice su biografía, que, dicen, o dice el mismo, escribía cosas hermosas, que “ya no puede escribir cosas hermosas”. Y yo no sé si la poesía tenga que decir cosas hermosas, solo sé que es hermosa y “… lo sé de cierto”; así como también se dos o tres cosas, que no son mías, que como los intertextos de Javier, los he aprendido leyendo, a otros poetas, escuchando a otros poetas, casi podría decir soñando a otros poetas:
 “Compañeros poetas, tomando en cuenta los últimos sucesos en la poesía, quisiera preguntar me urge, ¿qué tipo de adjetivos se deben usar para hacer el poema de un barco sin que se haga sentimental, fuera de la vanguardia o evidente panfleto, si debo usar palabras como Flota Cubana de Pesca y «Playa Girón»?” (Silvio Rodríguez, compañeros poetas).
De la noche a la mañana, con la gota-muerte que derramo tu vaso, Javier (y al final respóndeme ¿Por qué te esperaste hasta la muerte de tu hijo?), te levantas y dices que “estamos hasta la madre”, con esa gota que tu religión se la pone en la frente a cristo y que tú nunca tuviste, la misma gota que aparece en fotos de Zapata, de Villa, de Bolívar, del Che, y que yo solo alcanzo a suponer, la gota que ellos también han sido a lo largo de nuestra historia y que hoy, a tus 55 años (discúlpame pero al menos has desperdiciado, desde tu perspectiva, 35 años) te hace levantar la voz, una voz que para mí suena a hipocresía, que si le pasa al vecino a mí me da igual, que si le pasa al otro vecino me sigue dando igual; pero cuando me pasa a mi le agradezco a los que se levantan conmigo, al convocarlos a la voz oculta de YO detrás de un ESTAMOS (hasta la madre).
La muerte de mi hijo Juan Francisco ha levantado la solidaridad y el grito de indignación –que mi familia y yo agradecemos desde el fondo de nuestros corazones– de la ciudadanía y de los medios.
Y ¿Dónde estabas tú con la muerte de la familia de los que marchan detrás de ti? Ellos te creen Javier y eso es lo que me da pena, como decimos por acá: pena ajena. Porque tú eras el católico, el maestro que daba clases, que educaba y que vivía como marca un común denominador nacional. Y eso es precisamente lo que no te critico, eso es lo que te respetaría. Lo que no puedo entender y que no puedo respetar es que vendas (porque hoy eso haces) una imagen, un estandarte: tú como figura contestataria.
Y no me refiero a que en esta última FeNal 2011 sí se vendieron tus libros (no sé si para eso trabajaste en la dichosa marcha y “levantando la voz”, sería injusto de mi parte aseverarlo). A lo que me refiero, si, es a los poetas que empiezas a acusar de pasivos, porque no entendí lo que decías al decir que no podías escribir en este país con lo que sucedía, que necesitabas hacer algo, dime entonces: ¿los poetas no hacen nada con sus voces? Maestro de literatura, discúlpeme usted catedrático, pero creo que no entendió lo que decía Brecht, que cito desde su carta: “Un día vinieron por los negros y no dije nada; otro día vinieron por los judíos y no dije nada; un día llegaron por mí (o por un hijo mío) y no tuve nada que decir”. Discúlpeme maestro Sicilia, pero no. Discúlpame Javier pero te equivocaste, si el poeta y dramaturgo no tuvo nada que decir ahora fue por honestidad consigo mismo, es porque antes no dijo nada, nota esa parte, antes no dijo nada, no tenía derecho a usar la voz para su fin cuando no la uso para fines comunes al ser humano (hay que notar que es un poema, que no es necesariamente una vivencia literal de Bertolt).
Sí Javier, deja de ser poeta, pero tampoco seas un panfleto político. Tampoco se de tus aspiraciones políticas pero dime: ¿Qué ganas con que quiten a un político o dos? ¿No ganas más atacando a los criminales? Sea con poemas o con lo que sea, que desde la trinchera de unas letras también se han peleado y ganado batallas. Que los que estuvieron antes no se levantaron de la silla ¿para qué? Para eso estaban los que siempre estuvieron (con el nombre y el rostro que quieras, desde Villa, Gandhi o el Sub-comandante Marcos, o quien sea), no son aparecidos.
Esta carta no es para apoyar a nadie, es para expresarme YO. Porque yo no tengo que ser respaldado por miles de ciudadanos llevándolos por una cadena que lleva el peso de mi interés individualista. Porque me preocupa que el niño que hoy te siguió, y mañana vea a un nuevo político o un nuevo artista afamado gracias a un movimiento superfluo, pierda la fe, la misma que yo tengo, la de que un cambio es viable, no posible: viable; porque hay formas, vías que tu no supiste seguir, que si no te funcionó la máquina de escribir agarras una imagen trabajada y un sentimiento manipulado y masticado para la sociedad y jalas a tus “seguidores” a donde tú quieres ir. Y repito: no son 40,000, son y han sido más. Como diría Pterocles Arenarius en una paráfrasis de tu servidor: nuestro padre, español, nos enseñó la barbarie, (permítanme agregar que nuestro hermano español solo carga con el recuerdo, que nuestro hermano español ya no nuestro padre español, es eso: un hermano que comparte nuestro mundo hombro con hombro) y nuestra madre indígena fue violentada. Pero hoy no “estamos” hasta la madre, hoy tú estuviste hasta la madre, porque muchos ya lo estábamos, pero no fuimos parte de esa violencia. Hoy nuestra madre ha de ser respetada por mi voz y la voz de cada uno, sin necesidad de armas o de políticos, ni de figurines, ni de palabras que manipulan.
Piensa lo que haces y no caigas en la prostitución del escritor por interés, del que, como diría Iván Tubau: “… busca enderezar al mundo (pero) en realidad lo quiere torcer a su propia medida” (discúlpenme si existe alguna paráfrasis, pero lo transcribo a memoria).
"El mundo ya no es digno de la palabra
Nos la ahogaron adentro
Como te asfixiaron,
Como te desgarraron a ti los pulmones.

Y el dolor no se me aparta
Solo queda un mundo
Por el silencio de los justos
Solo por tu silencio 
Y por mi silencio, Juanelo". Javier Sicilia.
El mundo ya no es digno de la palabra, “ya” como lo usas, supongo, te refieres a “desde que mataron a tu hijo”; “de la palabra”, déjame pensar que dices: “a ‘mi palabra’” (o sea a la tuya). Porque entonces, si ya no es digno de la palabra las 40,000 muertes que también (y de repente) mencionas fueron inútiles, la que importaba era la de tu hijo para darle o no dignidad a este mundo. Entonces Javier, tu hijo es un mártir que hay que venerar, porque gracias a él “el mundo tiene su merecido”. En caso de manejar la dignidad como tú lo expresas, como castigo al vándalo que pierde la dignidad de un ciudadano, no digamos común porque sería despectivo.
No conocí a tu hijo, pero uniéndome a las anotaciones de Silva-Herzog “haber sufrido el dolor inimaginable” mismo dolor que siento al leer las líneas donde describes la muerte de tu hijo, ¿aún lo sientes? Entonces sé honesto contigo y sigue enseñándonos ese dolor a los que no lo conocemos, porque un gran poeta hace que nos duelan hasta los huesos, un gran poeta es un luchador desde las letras, un gran poeta es el más grande de los luchadores sociales. Discúlpame Javier pero no chingues a los ciudadanos y al ambiente y a la vida misma con otra marcha y regresa a donde tu lucha está: a la belleza de los versos, a la belleza de la lucha que vale, no a lo superfluo de la lucha que deja cosas materiales. O dime Javier: ¿Qué se llevaron nuestros caudillos si no un puño de vítores? Y si eso buscas demuéstrame que mi perorata está equivocada, que solo soy un pendejo más que no te entendió y que pareció defender a intereses políticos o de ilegales, pero que solo tenía miedo de seguir viviendo una gran mentira: la de los héroes que se autoconstruyen diario en nuestro mundo, de los pseudoheroes que nacen cuando les conviene y luchan un día, porque siguen sin valer la pena; y que luchen una vida y mis pendejadas estarán de mas, en un mundo donde mi silencio es más importante que mi voz y tu voz, Javier, es más fuerte que las balas y los gritos de destituciones políticas, donde tus letras hieren más que una muerte y nos hacen pensar más que un programa de televisión idiotizante (aunque haya pleonasmo), donde tu hijo no estuviese muerto, ni los 40 mil que tu mencionas y que para mí son una suma irrealizable, con las mujeres asesinadas de ciudad Juárez, la trata de blancas, la muerte por desnutrición, la muerte por el crimen no organizado, la muerte por enfermedades y los suicidios. A diario mueren cientos de personas, miles en el mundo, tú marcas la de tu hijo como el parteaguas, ahora dime: ¿Cuál será el parteaguas del mundo? ¿Habrá que vivir la muerte de una por familia para que nos levantemos? Pero levantarnos con consciencia, no nada más levantar el culo del sillón y caminar y gritar mentadas a los políticos porque así se usa, sino levantar nuestro cerebro del letargo y educarnos y educar para que esto se acabe, pero por favor, no pienses ni dejes que los que te siguen piensen que las marchas son la salvación del mundo, esas son pendejadas.
No hay que devolver algo que no se ha perdido, no hace falta devolver la dignidad a México, hace falta saber que somos mexicanos dignos; no hacen falta dos líneas contra la delincuencia y una cuartilla contra el gobierno, no hacen falta once “estoy hasta la madre”. Y de mi parte no hace falta mencionar que escribes que no te refieres a todos los políticos sino a todos los que componen los partidos (¿no son todos?) y que luego mencionas que los delincuentes antes tenían “dignidad para matar” y “código de honor” (déjame reproducir aquí esa parte de tu texto, donde yo entendí que hacías una apología del crimen de antaño: “Antiguamente ustedes tenían códigos de honor. No eran tan crueles en sus ajustes de cuentas y no tocaban ni a los ciudadanos ni a sus familias. Ahora ya no distinguen. Su violencia ya no puede ser nombrada porque ni siquiera, como el dolor y el sufrimiento que provocan, tiene un nombre y un sentido. Han perdido incluso la dignidad para matar. Se han vuelto cobardes como los miserables Sonderkommandos nazis que asesinaban sin ningún sentido de lo humano a niños, muchachos, muchachas, mujeres, hombres y ancianos, es decir, inocentes. Estamos hasta la madre porque su violencia se ha vuelto infrahumana, no animal –los animales no hacen lo que ustedes hacen–, sino subhumana, demoniaca, imbécil. Estamos hasta la madre porque en su afán de poder y de enriquecimiento humillan a nuestros hijos y los destrozan y producen miedo y espanto.”).     
¿Y antes Javier? Tengo la mitad de los años que tú y tal vez solo la milésima parte de lo que tú sabes lo sé yo, pero qué importa, lo que me importa es lo que sí sé y sé que el asesinato siempre ha estado mal, que siempre ha habido miedo, humillación, que el asesinato no tiene sentido en el hombre, que la violencia es un concepto porque nunca ha podido ser nombrado, que los códigos de honor para matar son también pendejadas.
Y que lo importante no está en el Zoe que mencionas y que ya no pienso reproducir aquí (esta en tu carta abierta), donde según hay vidas que no están protegidas, porque para mí, lo importante no es proteger, sino no tener la necesidad de esa protección, lo importante no es un policía superarmado para cada quien, sino la inexistencia de las armas, la inexistencia de la necesidad de un policía, siquiera del concepto del policía. Porque mi mundo (demasiado rosa si quieres) es “un mundo donde quepan todos los mundos”.
Condéname Javier, porque yo ya condene, para mí, tu movimiento al que no le veo el hilo negro, ni siquiera un susurro en este vendaval, le veo apenas un esbozo de caricatura politizada.