martes, 10 de febrero de 2009

Mi niña Maria

Sentada bajo un árbol
estaba mi niña Maria.
De cabello negro y piel de cristal.
Solo ella, el árbol y su muñeca.

Tímido se acerco el viento,
y susurró una pregunta a mi niña Maria,
¿porqué la sonrisa?
pregunto bajito el viento.

Sonrió porque hoy he nacido,
contesto mi linda niña.
Hoy mi padre me ha soñado
y he nacido en su imaginación

Temeroso el viento pregunta,
¿y quien es tu padre dulce niña?
Llena de amor en sus ojos claros
mi niña Maria le contesta.

Mi papa es aquel señor,
que no me ha podido abrazar
pero me ha imaginado.
Soy Maria y me apellido Aguilera.

Nubes

A fin de cuentas solo somos nubes... Vivimos atados al dolor, dolor puro y propio, lo buscamos en los besos de nuestras tentaciones o en las terriblemente cotidianas horas de nuestra existencia. Somos presas sin conciencia del tiempo, y buscamos dolor solo para asegurarnos de que por un momento seguimos vivos; Ja!! y eso ya es bastante. Somos susceptibles de pensar que con dolor encontraremos alas, cuando no comprendemos que la única forma de volar es compartiendo un momento de muerte que se desprende de un pequeño fragmento de verdadero amor al desnudar nuestro cuerpo y alma en una cama llena de ilusión.

Nos hacemos fuertes al dolor desde que nacemos, pero sin embargo provocamos el conocerlo en todas sus expresiones. Nos alienamos en sufrimientos propios y ajenos he intentamos encontrar una fisura de felicidad localizada a mil años luz de nuestro ya gastado corazón. Pero ve; corre y sufre, vive y disfruta tu dolor, que es de ahí de donde pintamos recuerdos y rasgamos en tiras nuestros pasados. Vive, vive hasta que te duela la médula, que a final de cuentas en esta vida no somos mas que nubes...